Testimonios

Testimonio de Jeni

Un testimonio conmovedor donde Jenifer y Javi tuvieron que decir adiós y desde entonces sentir el alma dividida entre el cielo y la tierra.

Un 9 de agosto año 2018 recibí la noticia más inesperada: estaba embarazada de 6 semanas. Llena de miedo, incertidumbre y alegría. Era una mezcla de muchos sentimientos, con un padre ausente.

Un embarazo lleno de anhelos, fueron 9 meses muy tranquilos, full mimada llenita de amor familiar, laboral y el más hermoso amor de mi hijo de 14 años. Alrededor del mes 7 apareció el padre y desde ahí me acompañó en cada momento.

Un 8 de abril 2019 a las 20:30 pm mi vida cambió de un segundo a otro todo, un futuro planeado se caía a pedazos: “NO HAY LATIDOS” la frase que pasa una y otra vez en mi cabeza. Aún recuerdo recorrer ese pasillo frío, llena de dudas, si era verdad o era un error.

Subimos al segundo piso y veo a mi mamá sentada y solo moví la cabeza en negativa, mi niña, nuestra niña ya no estaba ni estaría con nosotros.

Aún hay cosas que no logro recordar

Nos dieron una habitación para nosotros, no había nadie más y ahí en un armario quedaron sus cosas, su ropa, que con tanto amor había preparado para su llegada. Ropa que nunca pudo usar.

Cerca de las 21:30 comienzan a llegar mensajitos de energías positivas para la llegada de nuestra Javi: “éxito”, “que todo salga bien”, “nos avisan a que hora nace para ir a conocer a la princesa” y así muchos más (teníamos nuestras cesárea programa a las 9:00am).

Creo que nadie en un principio nos creía lo que estaba pasando. En un momento veo entrar a mi flaco destruido y lloramos juntos por la muerte de su hermana y vi a mi hermana (madrina de la Javi) destrozada. Nos abrazamos y lloramos, no había nada más que hacer.

Y así empezó el largo recorrido de esa noche, una eterna noche que sólo deseábamos un milagro: que en la mañana sería diferente, que al hacer la ecografía hubieran latidos y así pasamos toda la noche pensando ilusioramente en algo que jamás iba a pasar.

Cuando todos se fueron alrededor de la 1:00am, nos miramos, nos abrazamos y lloramos sin poder creer lo que estaba pasando. Tocamos mi vientre pidiéndole a nuestra pececita que se moviera, sólo una patadita le pedíamos una y otra vez.

Es una mañana fría por la partida de nuestra niña, me dice él llorando. Se siente desgarrado el corazón y el alma. Llegó la familia a acompañarnos, en el momento donde se supone que debería a ver sido el más feliz.

A las 9:45 aprox nos bajaron a pabellón, y ahí me quedé sola en una sala, esperando la entrevista con la anestesista, Wally, se llamaba creo, que junto a Daniela Matrona fueron las personas más empáticas con nuestro dolor.

Y llegó ese momento de verme enfrentada a la anestesia, mi espalda descubierta, se siente el frío, la angustia y la pena se apoderan, donde llorar era el único escape.

Feliz hubiera salido corriendo de ese pabellón, frente a frente con la luz, desnuda con los brazos abiertos lista para recibir a mi niña. Una sensación se apodera mientras limpian mi panza, de nuevo la angustia mas extrema que he sentido hasta que entra él y me acompaña, me dice TODO VA A ESTAR BIEN y empieza el proceso.

Lo sentí eterno, hasta que la veo, nació a las 11:00 am, peso 3,2 kilos y midió 52 cm hubiera detenido el tiempo para que fuera eterno, verla tan bella, la perfección máxima. Su cabello oscuro y rizado, sus labios rojos su pequeña nariz y sus ojos cerrados. La pude besar acariciar sostenerla un breve momento que sin duda fue el más mágico y bello momento entre pena y alegría de verla de sentirla de acariciarla, mi niña bella, creo que fue en ese instante donde terminamos de perder toda esperanza.

Y desde ahí hemos ido aprendiendo a vivir con el alma y corazón dividido entre el cielo y la tierra.

Pronto compartiré la segunda parte….de mi bebé arcoiris 🧡

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