Historia de Dani
Una historia que refleja el poco carisma de algunos médicos, con mamás en pleno estado de shock, sin tener idea de lo que les están haciendo. Por suerte Dani tuvo una amable tens que la acompañó e hizo el gesto de sostener su mano.
Éramos papitos primerizos, esperamos un año para que nos llegara a la vida nuestros dos porotitos muy deseados.
Fuimos a urgencias y nos enteramos un 31 de marzo que tenía 4 semanas de embarazo, sólo vimos su saquito. Pasaron los días y como no habían horas para los próximos días y poder ver el avance, volvimos a urgencias el día 16 de Abril.
En aquella sala todos se alegraron porque venían dos embriones en diferentes sacos gestacionales. Fue una noticia muy inesperada pero junto a mi pareja estábamos aún más feliz porque lo deseábamos tanto que creíamos que Dios nos había premiado con dos bebés .
Aún en el hospital y sin horas médicas, la matrona nos consiguió una eco con el ginecólogo para el día 27 de Abril.
Por fin llegó el gran día donde escuchamos los latidos de ambos bebés a sus 9 semanitas. Fue lo máximo! Nos miramos y sólo sonreíamos. Era una sensación de felicidad inexplicable para ambos.
El día 28 fuimos a control con la matrona donde recién ahí nos solicitaron los exámenes de control. El día 5 de mayo los hicimos a la espera de que los revisara el ginecólogo para el prox 28 de mayo
Fué ahí cuando comencé con sangramiento anal el 20 de mayo. Fui a urgencias y sólo me vió un médico porque el ginecólogo dijo que eso no era problema del embarazo.
Volví a ir el día 26 de mayo ya que tenía síntomas, me faltaba el aire me sentía ahogada y con mucho dolor de cabeza.
No quisieron revisar a mis bebés y sólo me tomaron pcr y me enviaron con paracetamol a la casa.
No me sentía tranquila, no podía estar así. Por lo que el 27 de mayo volví a ir a urgencias inventando de que había sangrado para así poder ver a mis bebés.
Cuando porfin logré que los vieran, el ginecólogo me dice que no hay latidos en ambos bebés. Mi corazón estaba destruído en mil pedazos. No lo podía creer, no podía ser así.
Fui a la clínica para poder tener otra opinión pero no, sus corazones habían parado de latir a las 9 semanas y media.
En el hospital me dijeron evuelva al día siguiente para hospitalizarme. En toda la noche no pude dormir, no lo podía creer. Un miedo terrible inundaba todo mi cuerpo.
Llegue el día 28 a hospitalizarme teniendo mi pcr negativo y me quede en esa habitación sola con mis dos bebés dentro.
En todos mis exámenes anteriores tenía el Dimero-D alterado en 1300. Al medio día me hicieron un Scanner para verificar, saliendo normal según los doctores.
Yo no sabía qué sucedía, porqué me revisaban tanto el cuerpo, y comenzó el proceso donde el ginecólogo me introdujo las primeras 2 pastillas de misotrol.
No paré de llorar en ningún momento y más me derrumbé cuando escuché afuera de la sala decir a una mujer “si se les coloca difícil, amárrenla”. A las 18:00 no tenía ni un síntoma y el doc hizo pasar por 5 min a mi pareja y conversamos los 3.
Le pedimos 2 veces que porfavor me hiciera un legrado. Yo no quería seguir con ellos dentro así, mi corazón ya no daba más. Pero no, el doctor dijo que debía ser natural a las 20:30 me volvieron a colocar 2 pastillas más.
No comí nada en todo el día, no podía, no sentía nada, excepto rabia.
A las 22:30 vinieron las primeras contracciones a las 23:00 estaba delirando, mi cama estaba mojada, tenía diarrea, sentía mucho frio, miraba el techo borroso que se me venía encima. No aguantaba más mi dolor y pedí que porfavor me dieran algo para el dolor.
A las 00:30 rompí la bolsa de un segundo a otro ya no tenía más dolor, a las 00:55 cayó el primer bebé y sentí el golpe de su cuerpo en la chata. Su cuerpo, su piel y su forma jamás lo olvidaré, mantuve la calma y llamé a la matrona, se lo llevaron y ahí me quedé a la espera a que el segundo bebé saliera. A las 02:50 am cayó el bebé en su saquito dónde no logré verlo.
Viví todo este proceso completamente sola.
A las 3:15 am pasé a la sala de a lado dónde estaba el ginecólogo y me hizo una ecografía diciéndome que ya habían caído los dos bebés, me abrió con un espéculo grande y comenzó a limpiar mi cuello diciendo que lo tenía obstruído con mi sangre.
Me dolía mucho, no soportaba sentir la gaza y algodones dentro, fue muy doloroso, hasta que me inyectaron la pierna. No sabía en ese instante qué pasaba en la sala. No entendía nada.
Luego el doc me dijo: “estás lista, fuiste muy valiente”.
Volví a mi cama y apareció mi primera compañía, una tens, tomó mi mano y me comenzó hablar. Se quedó conmigo hasta las 6 am, la única persona de todo el equipo ese día que les fue a decir a mi pareja y padres como me encontraba.
Llegaron las 9 am y con el cambio de turno llegaron nuevas personas más preocupadas, me dieron la mano y me hablaron de no perder las esperanzas, me hicieron una eco para verificar si había botado algo más.
Luego de ver al ginecólogo me dio de alta, ya me podia ir a casa.Me advirtió que era normal sangrar por unos días.
Pudo pasar mi madre, luego mi padre y cuando me debía vestir y dejar esa sala entró mi pareja para ayudarme. Dejé el lugar sin sentimiento alguno, nada pasaba por mi cabeza más que sentir el primer golpe al caer de mi primer bebé.
Hasta el día 22 de junio, ya pasado 24 días de aquella horrible experiencia, volví a hacerme una eco donde encontraron restos dentro…
Lamentablemente no es la primera historia que escucho como la de Dani y de verdad espero (y aquí creo que no soy la única) de todo corazón que vivir la murte de tu bebé sea un poco más humano, con más delicadeza de parte del equipo médico y con más información, ya que muchas veces nos hacen procedimientos sin ni siquiera explicarnos.
Te invito a seguir leyendo la historia de Ferni, quien vivio la muerte de su hijo en otro pais, lejos de su familia.
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