Historia de Endrina, mamá de Dylan Gabriel
La historia que leerán a continuación me llenó de emoción. Sin duda ver partir a nuestros hijos es la experiencia más devastadora que alguien puede vivir, la historia de Endrina y Dylan me demuestran que el amor va más allá de lo físico.
Te contaré un poco mi experiencia: mi bebé en el primer exámen estructural salió todo bien; yo súper confiada que tendría un bebé bello y sano.
Mi pesadilla comenzó en la semana 22, cuando fuí a la segunda ecografía estructural. Para entonces mi pequeño Dylan mostró tener labio leporino – una pequeña cardiopatia con civ perinembranosa de 1.3mm.
Todos sus demás órganos estaban normales, pero tenía microcefalia: su cabezita era un poquito más pequeña de lo normal.
En vista de todo esto, la jefa de maternidad y alto riesgo conversó conmigo y me explicó que mi pequeño tenía indicadores leves sobre una posible T18.
Mi mundo se vino abajo yo no podía creerlo. Sin embargo para estar 100% seguros me ofreció una amniocentesis para confirmar y me dió una semana para pensarlo.
Entonces decidí someterme a ella para saber y prepararme.
Pasaron dos meses en llegar los resultados: salieron positivos pero para una trisomía 13.
No se imaginan cómo fue eso, mi presión llegó a 180 con la noticia. Aquí en Chile la interrupción del embarazo es legal por sobre 3 causales y mi hijo entraba en la causal número 2: feto incompatible con la vida.
La doctora me dio una semana para pensarlo; esto implicada inducir el parto y que mi bebé naciera y estaría sólo en cuidados paliativos hasta que abriera sus alitas, no lo harían sufrir de ninguna manera dándole una muerta digna como la llaman ellos.
Finalmente accedí a la interrupción siempre pensando en el bienestar de mi pequeño. Él es lo que más amo y amaré en esta vida.
Mi hijo, Dylan Gabriel, nació el 5 de mayo, vivo con 32 semanas, pesando 1.600 y midiendo 40cm
Era simplemente hermoso, parecía un muñeco, era un bebé blanco cachetón rosado. No parecía para nada prematuro, realmente un bebé soñado.
Mi hijo duró 50 minutos vivos, los cuales los paso en mis brazos. Yo dándole muchos besos, oliéndolo, mirándolo, tomándole fotos y vídeos. Aprovechamos ese momento para marcar sus huellas.
Se fué lleno de amor y en los brazos de la persona que más lo ama en este mundo. Mi deber como madre siempre fue ponerlo a él de primero aunque implicara entregarlo al cielo y muriendo yo en esta tierra en vida.
Me tocó ser valiente por mí y por él
Hoy por hoy, haber vivido todo esto me ha dando la enseñanza de que no existe mejor maestro de vida que mi propio hijo; aún si poseer un pequeño cuerpo físico me enseña que el amor día a día crece y crece; no necesita formas físicas para manifestarte.
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